SAB©REAND© PALABRAS

UN ESPACIO DE AUTOR PARA LAS PASIONES VIRTUALES:
Las pasiones que aquí se muestran serán con derechos de autor. Ruego a quienes accedan a este espacio no apropien palabras ajenas. La literatura es personal y quien la fusila demuestra incapacidad para vivir e imaginar. Aunque parezca sueño, saboreemos la palabra en el espacio virtual.

Mi nombre: SAB©REAND©
Mi origen: Asturias, Spain
Definiéndome: Soy un constructor-devorador de palabras e imágenes
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29.10.05

Si el agua fuera carne

El trotamundos, desde el autobús de vuelta, especulará que el pedregal tomaría la costa levantina a degüello si no fuera por esos mares de césped particular, al margen y a la par de los de plástico, erizados de banderitas marcando hoyo y guarnecidos de aljibes clonadores de bóveda celeste donde chapotea indolente el futuro, mientras Carthaginesa contempla taciturna ese milagro que jamás se dio en el patio de su casa de arrabal, aunque también fuera particular. El trotamundos enloquecerá ante el grifo del hotel. Tal parece que el agua corriente y su deseo serán incompatibles, por no decir asincrónicos. El agua fluirá siempre y cuando retire las manos enjabonadas. Carthaginesa explica al trotamundos, ante unas quisquillas fritas y una polvorienta chumbera con cara de gripe aviar, la quimera del árbol del bien y del mal y la naturalidad del agua intermitente, esa realidad cotidiana que la tarde anterior lo asombrará tanto o más que aquel diluvio universal de veinte minutos. El pedregal, como impermeable del todo a euro, devuelve el agua a su origen en tumultuoso río callejero que otorga carácter marinero a los vehículos aparcados en doble fila. Grupos de visitantes comentarán estos prodigios ante el trotamundos en tanto Carthaginesa sonríe, ¿bajo el cielo protector?, como si la Gioconda, al unísono con Da Vinci e Isaac Peral, planeara alambrar el pedregal para exigir a los visitantes tributo en divisas sin economía submarina. Si el agua fuera carne y la carne verbo, acaso no gritaríamos: Agua para todos. Eso sí, corriente y sincronizada.

1.6.05

Líneas apasionadas II



Atendiendo a las peticiones, publico estos autoretratos de Egon Schiele masturbándose. Que nadie pueda decir que el pretexto del arte solo sirve para excitar a los hombres con imágenes femeninas. El sexo, como cualquier otra pasión, está presente en nuestra vida. Y las líneas apasionadas no distinguen diferencias, solo son euforias al límite, rompiendo la monotonía de los esclavos y esclavas modernos. Apasiónate y disfruta.

25.5.05

Al pasar la barca

Fantaseaba Calderón, desde su barca estanca, que la vida es sueño y los sueños vida son. Dante también lo hacía con otra barca, barquero incluido, en su comedia divina, que, como una divine gauche cualquiera, bateaba por derechas, por eso de no tropezar con quien no debiera. Hay dos formas de caminar por una calle transitada, la correcta y la incorrecta. La primera se refiere a la costumbre de caminar por la mano buena, supuestamente la derecha, si exceptuamos a zurdos y anglos, que debieran hacerlo por la suya, para no molestar a quienes vamos contracorriente. La segunda al abuso de personas que se creen con derecho de ir por donde apetece. Me refiero a esas mujeres emperifolladas y enjoyadas hasta la muerte, que parafrasean a Dante sin recordar barca ni barquero adjunto, Divina de la muerte, oiga, dicen recién salidas del salón de belleza y regodeo del patio de vecinas a la antigua usanza, recordando aquella canción infantil que les otorga derecho a caminar como y por donde les plazca, Al pasar la barca, me dijo el barquero, las niñas bonitas no pagan dinero. De ahí su horror ante palabras que comienzan por efe. Fea, fofa, frígida, fútil...

23.5.05

Palabras por efe

Falo, felicidad, feo, fofo, follar, fotografía, frígida, fuerte... Las otras palabras que comienzan por efe las encontraremos —también por orden alfabético— ojeando un diccionario mientras saboreamos una tarta de chocolate y nata rellena de frutos del bosque. Eso sí, con parsimonia, no sea qué.

20.5.05

Nocturnos y claros de Luna

Enloquezco al recordar esas conversaciones donde las palabras se transforman en gritos susurrados entre silencios, mientras mis manos persiguen a ciegas el pan de tu cintura. Enloquezco porque nada hay más bravo, y más frustrante, que la pasión satisfecha a través de los pasos de una línea telefónica. Enloquezco porque mi imaginación, aun siendo poderosa, es insuficiente para satisfacer el ansia de manos y boca saboreando los estertores de tu humedad. Enloquezco porque los sueños disfrazados de fantasías publicitarias nunca concuerdan con la realidad. Enloquezco porque las voces inconfesables que genera tu cuerpo se hagan palpables —y el verbo se hizo carne—, y, por fin, mis manos, fuera de toda duda anochecida, reconozcan la fragancia de tu piel. Enloquezco por convertirme en el nombre de tu almohada y arrojar, látigo en mano, esa de látex afianzada entre tus muslos, como si creyera que pasará el resto de su inanimada vida en el mismo lugar. Enloquezco porque Chopin inventó los nocturnos antes que yo mismo, a la sombra de una Selene dormida en los brazos de su amante, y porque Debussy convirtió tus sueños despiertos en claro de Luna correteando por el piano de mi infancia.

19.5.05

Palabras famélicas

Luego del desayuno, café lechoso, vaso de agua y dos cigarrillos, me siento, aún adormilado, ante el procesador de textos, enciendo otro, ya sé que fumo en exceso, pero no puedo, o no quiero, evitarlo, y permito que las palabras fluyan. Desconozco si por inercia o presionadas por quimeras. Al menos, reconozco que bullen en mi cartuja cerebral, se deslizan hasta el estómago, hormigonera donde las haya, y, una vez encausadas y digeridas, retornan a su origen. La cuestión hubiera sido si regresan como poso muerto o como andanada de palabras obligadas a madurar hasta conformar el boceto de una idea. Lo pregunto en pluscuamperfecto, porque, día a día, registré ese tránsito como si de una fila de hormigas se tratara. Palabras ansiando alojarse en otras cartujas y otras hormigoneras, buscando ese enquistamiento que las reconocerá como útiles aunque nacieran inútiles, en el tiempo del sueño arrancado de raíz por los despertadores. Es cierto, uso dos. El primero de tono suave, anunciando al fatídico, que, cinco minutos después, atronará tímpanos, vibrando y pataleando sobre la mesilla de noche como un niño a quien se retira la teta de los vocablos automáticos. El corto viaje en tren y ese café lechoso, no menos corto, completan el alba. Lo primero que percibo cuando mis dedos arrasan el teclado es esa pasión loca, ese desfile interminable de hormigas tras un bocado que calme la glotonería de la hormigonera, pero nada puede aplacarla. Los vocablos, hambrientos por destino, están ahí desde el primer amanecer en que necesité un despertador que me avisara a tiempo de la implacabilidad del otro, y de la existencia de tantas palabras famélicas.

18.5.05

Tiempo de quimera

Las ilusiones anidan, luego de levantarse, entre el viento que sospecha y el sueño que afianza. Es el tiempo en que se proclaman dueñas de tu minúscula humanidad, fatídica hora antes del bocadillo. En cuanto el estómago se adormece, ellas lo acompañan en ese vuelo a ninguna parte, y, si no aprovechas el instante, nada quedará registrado para la estúpida eternidad, y menos para la sonrisa cotidiana, esa que anula la magia inversa del bocadillo. Aprovecha el momento, no compongas excusas, aunque sean toalla de ducha, nunca digas nunca más, sabes que será falso. Hazlo. Abre los ojos, cierra las compuertas del silencio. Habla. Grita. El silencio es propiedad unívoca del desierto, nadie lo emulará, ni cerrando la boca. Sobrevuela su nido, mira las ilusiones a la cara, fotografíalas, dibújalas si fuera menester, pero no pierdas ni una línea de su contorno, ni un rastro de la sombra que se desliza por el fondo, quizá sea lo que buscabas, la confianza perdida, un sueño despierto, esa locura en el probador de unos grandes almacenes, aquel baño marino de atardecer, el suspiro de un aviador diarreico, una tórrida caricia bajo la mesa de un restaurante, incluso un beso clavado en el aire de un dormitorio hueco, por no decir vacío, luego de colgar el teléfono al amanecer. Ahora lo llaman fantasías, pero existieron con otros nombres y existirán por los siglos de los siglos. No las desaproveches, úsalas, exprímeles hasta la última gota. Ellas te perdonarán. Lo único que no perdonará a nuestra ilusoria humanidad es esa quimera llamada Tiempo.

17.5.05

Líneas apasionadas




Y así como la prosa apasiona al mundo, la línea hace otro tanto desde tiempos inmemoriales. Al menos eso pensaba Egon Schiele en 1910 cuando trazó las de esta Muchacha desnuda recostada. Schiele decía que había pasado a través de Klint, aunque las fechas no concuerdan.





Gustav Klint, en 1913, y con esta Muchacha semidesnuda sentada con los ojos cerrados, estaría de acuerdo conmigo en que si el verbo se hizo carne para que ésta fuera prosa, ¿que razón habría para que la carne no se convirtiera también en pura línea?

16.5.05

Breviario para cítricos voluptuosos

(Solo para mujeres)



Tómese una naranja. No la pele, pero límpiela con agua y jabón para eliminar todo rastro de fumigantes y conservantes. Séquela con un trapo suave y bésela con dulzura antes de untarle una capa de vaselina. Por último, colóquela sobre una silla informática. Luego retire hasta medio muslo la ropa interior al gusto, color y moda del momento, tanga, braguita, culotte o similar. A nalga descubierta, siéntese sobre la fruta y arranque un vídeo hot en el ordenador. De esta guisa comience un vaivén rotatorio hasta que la naranja se ajuste a la entrada de su vulva. Lo demás será como chupar un bombón, pero con otros labios. Qué duda cabe que habrá que hacer ajustes clitoridianos y del punto U para una óptima satisfacción personal antes de comenzar con movimientos de cabalgada. Arriba, abajo, derecha, izquierda, adelante, atrás, un, dos, tres. De cualquier forma u obsesión que se le ocurra en el momento crucial, y si su sentido del ridículo y su autoestima son altos, nunca permita que la naranja penetre en su vagina, ya que los servicios de urgencias de los hospitales carecen de protocolo para extracción de cítricos voluptuosos, no sea que deban usar para tan delicado menester un exprimelimones ante que fórceps, espátulas y aspiradora abortiva. Yo, lo que usted, diría el galeno sin inmutarse luego de tan ardua labor extractiva, buscaría un gourmet de almejas al natural o un catador de cava y tacones de aguja, antes que un vegetariano a ultranza, por mucho empeño que ponga en beber zumo de naranja del envase original.

Haiku caníbal

Cuanto más saboreo
el pan de tu cintura,
más hambre tengo de tí.

Devorando vida

La noche en que nos conocimos descubrí, en un flujo de ida y vuelta, una pasión de palabras enquistada en mi cerebro. Desde entonces imagino, bajo la mesa de un pequeño restaurante, una locura de caricias entre platos, mientras, a teléfono descubierto, devoro la vida que has vivido, la que vives, y la que te queda por vivir.

15.5.05

Distancia y frustración

A veces, viviendo tan cerca los unos de los otros, los seres humanos nos sentimos separados por millones de años-luz. Otras, sintiéndonos unidos, vivimos solamente a unos cientos de kilómetros, incapaces de rozarnos con la yema de los dedos. Me pregunto cuando convulsionará nuestros cuerpos el pan de tu cintura. Esta vez, sin distancia frustrante.

14.5.05

En el nombre de la almohada

Hay noches en que el sueño y la vigilia se entremezclan como ensaladas a la espera de limón y te sientes confuso. Olvidas si estás despierto o dormido, y maldices al inconsciente en un esfuerzo por recuperar la razón, ésa que reniega de tanta olla y tanto cocido milenario interfiriendo la lógica intestinal. De pronto, el auricular empotrado en el cerebro, escuchas la voz de tus sueños y te sientes vulnerable, pero no te importa. Abrazado a la almohada en posición fetal, arropado en anhelos y fantasías, en miserias y otras realidades, confías en aquel claro de luna que una vez correteara por el piano de la infancia, y descubres otras ilusiones y contextos. En suma, percibes duplicados de afanes e infortunios. Durante ese milisegundo, imaginas que los seres humanos, aún siendo negativos los unos de los otros, perseguimos lo sencillo. Soñar, dormir quizá, en el nombre de la almohada. Una con calificativo propio. Acaso tu nombre, acaso el mío.

13.5.05

La carne en prosa

Y el verbo se hizo carne,
la carne, prosa,
y la prosa, palabra
para saborear.

Noche a noche,
devoro el teléfono,
como si fuera
la puerta de tus entrañas.

12.5.05

La aguja de marear

Cuando reconoces acontecimientos sin que medie intención, también reconoces una parte que anhela, suspira, ansía, desea, inventa, sueña y, por fin, actúa como realidad, si es que tal categoría existe diferenciada de los versos calderonianos. Ahí te ves en el espejo, retraído, desconfiado y, en cambio, ansiando abrirte sin tapujos, pero con las manos protegiendo la entrepierna. Dicen que las patadas genésicas son dolorosas, incluso mortales, pero, llegado un momento, el dedo gordo calloso, la mirada escayolada, permites que la piedra de siempre se interponga en tu camino. Piedra imán que altera el sentir de tu brújula, el giro de la aguja de marear, el devenir de los vientos, las velas henchidas y la voz presta, pero, no por ello, yerras en la dirección, sino que la afianzas, la reconduces, y las palabras buscan oídos ajenos, traspasan tímpano, yunque y martillo hasta alcanzar el cerebro contrario, enquistándose el tiempo suficiente para el placer de acompañar, escuchar, comprender, y sentirse acompañado, escuchado y comprendido. El juego es mutuo. El placer también. La noche arropa desvelos, envuelta en canto de sirena, en cálida risa, y el entusiasmo estalla, la paz se apropia de tu estómago, te relaja, abre las compuertas de sentimiento y raciocinio, mezclándolos, preparándolos para la cocción, bizcocho de estrellas, ardor tras el ombligo, y adoptas la postura fetal, abrazado a la almohada, el auricular pegado a la oreja, ansiando que lo que se va vuelva de la misma forma, y arrase tímpano, yunque y martillo como barbarie regeneradora de un imperio caduco, de una fuerza que se ha disipado en la exaltación del yo y el olvido del tú, de los demás, que son quienes, al fin y al cabo, acaban dándote la mortal patada. Estocada rosa, puñalada negra. Placer y dolor. Cuestión eterna y pregunta cotidiana, Acaso somos masoquistas por genética. Quién afirma, quién niega. No seré yo. Quizá la aguja de marear.

11.5.05

Pasiones on line

Se comenta que las pasiones circulan por la red, pero no creí que existieran hasta que las experimenté en propia carne. Hace tiempo me preguntaba si era posible apasionarse a través de la distancia, si existía la furia sin contacto físico, si podía saborearse mediante la línea telefónica o el potencial comunicativo de internet. Ahora estoy seguro. Las pasiones on line existen.