Al pasar la barca
Fantaseaba Calderón, desde su barca estanca, que la vida es sueño y los sueños vida son. Dante también lo hacía con otra barca, barquero incluido, en su comedia divina, que, como una divine gauche cualquiera, bateaba por derechas, por eso de no tropezar con quien no debiera. Hay dos formas de caminar por una calle transitada, la correcta y la incorrecta. La primera se refiere a la costumbre de caminar por la mano buena, supuestamente la derecha, si exceptuamos a zurdos y anglos, que debieran hacerlo por la suya, para no molestar a quienes vamos contracorriente. La segunda al abuso de personas que se creen con derecho de ir por donde apetece. Me refiero a esas mujeres emperifolladas y enjoyadas hasta la muerte, que parafrasean a Dante sin recordar barca ni barquero adjunto, Divina de la muerte, oiga, dicen recién salidas del salón de belleza y regodeo del patio de vecinas a la antigua usanza, recordando aquella canción infantil que les otorga derecho a caminar como y por donde les plazca, Al pasar la barca, me dijo el barquero, las niñas bonitas no pagan dinero. De ahí su horror ante palabras que comienzan por efe. Fea, fofa, frígida, fútil...
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